lunes, 7 de julio de 2014

Constrúyeme.

(Sinceramente, dudo que ya nos hayan presentado).
No te sorprendas, en verdad la cobardía,
gruñendo igual que un cachorro indócil,
me maquilla imbécilmente
bajo los sellos de falsos pasaportes,
me tritura como caníbal p-a-u-s-a-d-a-m-e-n-t-e,
hasta devolver un millón de espejos rajados,
un manantial reflejando lo que supongo ser
y esos condimentos que me acompañan,
pero jamás – no, nunca, no -,
el trapo anciano e inservible
que tras bamboleos de meses absorbí. 
Si fuera, por gracia genética y providencia,
un maniquí valiente, diáfano u honrado,
como los niñitos que hurtan estrellas
al barón empalado de la complejidad
- yo que apenas me atrevo a encenderlas-,
forjaría un prisma para mostrar estos rostros camuflados,
aunque así disparara contra mí torpemente,  
aunque ciego descubriera milicias de pecados
y así desgarrara el espejismo que me envuelve;
pero, ¿CÓMO?
Ni tan siquiera discierno entre carnes y disfraces;
me debato despechado en junglas de ojos falsos,
de sospechas de plástico y  mil rutas cambiantes.

(Efectivamente dudo que ya nos hayan presentado).
En verdad, ni siquiera sé cómo llamarme:
no palpitan nombres para lo etéreo de una actuación,
no reluce ninguna denominación, ni acentos ni matices,
el ego no brota más que de una paradójica y llamativa ficción;
así que por favor,
sencilla, tiernamente, 
constrúyeme de nuevo.


"Sé que existo porque tú me imaginas"
- Ángel González.

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